
Cuando tenías orgasmos con las privatizaciones, que se hacían principalmente a favor de empresas estatales extranjeras. Como sos un experto de negar lo evidente, no te dabas cuenta que en una economía abierta y sin Estado, muchos Mordisquitos terminarían siendo también patos en la boda de otros. Que te parecía la quintaesencia del pícaro las módicas e inofensivas transgresiones del riojano. Sí, el mismo que te horrorizaba en 1989 por populista. Ese es otro karma para vos Mordisquito. Populista. El que distribuye hacia abajo. Qué horror Mordisquito. Perón te irrita por transmisión familiar. El que levantaba a la negrada, como decís vos. Y después afirmás con énfasis que no sos discriminador Mordisquito. Pero a los cabecitas negras, obreros, judíos, gays, gitanos, negros, travestis, los querés ver lejos. Sí, son tan ignorantes que siguen a los demagogos populistas. Como a ese Chávez que hoy lo demonizás, como todo lo que sea populismo. A todos los líderes populares que deciden enfrentarse a los poderes concentrados de la economía, al imperialismo, y en algún momento claudican, los estigmatiza de cagones. Pero a vos se te frunce el trasero cuando se propone quita de la deuda, enfrentar a las privatizadas o dar pasos hacia la recuperación de lo nuestro, proponiendo nacionalizaciones. Te sumás al coro de los que exprimen al país y forman un coro lacrimógeno que grita por la seguridad jurídica o que ser soberanos es caernos del mundo. Bajar salarios, liquidar la legislación laboral, no es inseguridad jurídica. Qué esperanza. Eso es lo que permite las inversiones. Te intoxicás de Ámbito Financiero o La Nación y creés que pensás cuando sólo trasmitís lo que leíste en la prensa del opresor. La teoría del derrame te seduce, porque sabés que la copa en tu mano nunca desborda, para que de ahí beban los que te sirven.
Si sos empresario, Mordisquito, y a mí no me vas a contar, sabés que siempre fuiste un kiosquero, no importa el tamaño, sin conciencia burguesa. Eso si Mordisquito, muy capitalista para atribuirle a los aumentos de salarios el origen de todos los males, desde la inflación a la baja de la rentabilidad o las pérdidas. Mirás con respeto a los bancos que te han siempre esquilmado y considerás a la evasión de impuestos una necesidad para garantizar la subsistencia de tu empresa. Si alguien te dice que eso es un robo y el que roba es un ladrón, te amparas en que sos un dador de trabajo. Pedís subsidios y denostás a los “beneficiarios” de los planes jefes y jefas a quienes hambrean con subsidios de $150,00.
Sos un fulero Mordisquito. Vos querés que la realidad entre a través de tus prejuicios e ignorancias. Ves a los chicos revolviendo los tachos de basura, a los desocupados, a los cartoneros, a los indigentes, el hambre en un país productor de alimentos, o la falta de gas domiciliario en el segundo país con reserva de gas como Bolivia, todo eso originado en haber aplicado las políticas que compraste como turista. Entonces desahogás tu bronca con los piqueteros que no respetan tu derecho a circular. Y como Blumberg, a quien admirás acríticamente, repetís que los derechos humanos son para los delincuentes y no para la gente honesta. Si como vos, que sólo cometés delitos que socialmente no son considerados como tales. Últimamente, tratando de posar aggiornado a los nuevos tiempos que corren, te decís enamorado del modelo chileno. De ahí importamos las AFJP, cuyo recorrido produjo los mismos efectos devastadores en ambos lados de la cordillera. Claro, lo que no decís, es que si fueras chileno hubieras votado por Lavín o Piñeira, hijos de Pinochet. Hay un hilo conductor de pensamiento que vincula al gorila argentino, al momio chileno, al escuálido venezolano y demás versiones latinoamericanas.
Yo te he visto y oído Mordisquito. A mí no me la vas a contar.
Fragmento de una columna de Hugo Presman basada en el personaje de "Mordisquito" de Enrique Santos Discépolo
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Para ilustrar al personaje:
"En una ocasión había conocido (Discepolín) un excepcional trapecista y decidió invitarlo a Mordisquito. Ambos fueron al circo. Impacientes esperaron que apareciera el artista. Al final de la función, apareció el trapecista. Colocó una escalera, sobre ella diez sillas haciendo equilibrio, sobre la última una mesa, sobre ella una nueva escalera y colocándose boca abajo, a más de veinte metros de altura, con los pies tocaba un arpa que colgaba amarrado del trapecio. Discépolo entusiasmado le preguntó ¿Qué te parece el trapecista? Con su cara inmutable, con una expresividad helada, Mordisquito contestó: “En otros lados vi mejores. Además no toca bien el arpa”.
Los saludo Compañeros!
2 comentarios:
muy bueno el articulo compañero... un beso grande!
Muy buenos todos tus articulos,te felicito.
PD.Quiero pedirte si me ayudas a difundir mi proyecto granja,creo que puede interesarte.Un fuerte abrazo. gladys
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